Una buena decisión

Hacía bastante tiempo que Felipe llevaba pensando que debía independizarse, pese a la oposición de sus padres. Tenía una buena posición, un buen trabajo de arquitecto, y además disfrutaba con lo que hacía . Por su trabajo tenía muchos contactos, de manera que, sin pensárselo dos veces, compró un piso situado en el barrio más popular. La noticia a sus padres no les gustó nada y su madre, una mujer muy controladora le pretendía hacer cambiar de opinión con todo tipo de argumentos.
_¿Pero cómo vas a manejarte tú solo, sí siempre has vivido con nosotros? _le decía su madre desesperada, viendo a su hijo recoger sus cosas y metiéndolas alegremente en unas cajas.
Felipe, metido en su tarea de recoger las cosas más importantes, no escuchaba a su madre, y esta lo dejó por imposible. Terminó, besó a sus padres, y se marchó; necesitaba demostrarse que, a pesar de lo que le decían sus padres, podía valerse de manera independiente.
Llegó a su piso, por fin iba a ser dueño de su vida, y le pareció que estaba viviendo un sueño. El día se pasó muy deprisa y cuando se dio cuenta, ya era hora de irse a la cama, quedándose profundamente dormido.
El sonido del despertador, le indicaba que ya eran las ocho de la mañana, y lo paró. Mmmm… ¡Qué bien he dormido! Se tapó con la colcha de la cama, y con el calor se volvió a quedar dormido unos minutos más, pero al final decidió levantarse. Ya era una persona independiente y tenía que prepararse el desayuno, se puso sus zapatillas, no le gustaba sentir el frío de las baldosas y no sabía andar bien descalzo.
A continuación, se dirigió a la ventana abriéndola de par en par. Respiró profundamente, y sintió como le llegaba ese olor húmedo que deja la lluvia en el ambiente.
Llegó al cuarto de baño, se quitó el pijama y lo colocó en una percha detrás de la puerta. Se metió en la ducha, era gratificante sentir cómo el agua caliente resbalaba por su cara hasta los pies. Después de ducharse, se afeitó. Recordando que se encontraba en su propia casa.
Cuando terminó, fue a vestirse y se puso un jersey, unos vaqueros y decidió salir a desayunar a la cafetería para disfrutar de aquel maravilloso y mojado domingo.
©Natuka Navarro
2 comentarios
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Delia Checa
Precioso relato, Natuka, me encantó.
La libertad es realmente impagable.
¡Felicitaciones!
Delia
Natuka Navarro
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