Trasladando letras: El nopal y el desierto.
EL NOPAL Y EL DESIERTO (Fábula)
– Regálame un trago de agua – suplicó el nopal al desierto.
– No tengo agua en mis entrañas – contestó el desierto -. Hace diez años que el cielo no llueve una gota. Ruégale al cielo.
El nopal levantó sus débiles brazos:
– Cielo, me muero de sed. Llueve un poquito sobre el desierto.
Contestó el cielo:
– No puedo. El vapor que me llega del mar no se condensa. Ruégale al mar.
Volvió el nopal su rostro hacia el mar.
– Mar, ¿por qué tu vapor no forma nubes que lluevan sobre la tierra?
Respondió el mar:
– Yo siempre di agua a la tierra. Su vegetación se ha extinguido. Pregunta al hombre qué hizo con ella.
El nopal se entristeció. Bajó los brazos y escondió el rostro.
– Hombre, soy un nopal que habita en el desierto. Yo me cubría cada año de flores y te ofrecía mis dulces frutos. Estoy hecho para aguantar largas sequías. Pero hace diez años que no llueve. Uno más, y yo muero. ¿No te da pesar eso?
No hubo respuesta.
No había hombres ya sobre la tierra…
Moraleja: ocurrirá, si a tiempo no se detienen el hacha y la sierra.
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y “pazzz”, como serena muerte, cae el hacha y se entierra…
Desafortunado el hombre, que aún en si mismo no se reconoce, agua; pues de ella,
se alimenta, se nace, se crece y hasta se muere….
No es siempre, quien siembra el que cosecha; a veces la realidad es que aquel que cosecha, es el que ha ganado de sí mismo, la sangre que le irriga, y se ha olvidado hasta de que el mismo es la cosecha…
“-Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito sea el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.-“
Estos versos son del Sr. William Shakespeare y a su necesidad de una tumba, cabó su propio hoyo, exponiéndose a ser socorrido, en una gota de su propia saliva; lo mismo nos sucede a todos nosotros, cansados de cargar los huesos, nos olvidamos de irrigarlos.
Sí, ocurrirá, y todo a su hora…