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Club literario Cerca de ti


Club literario El rincón del caminante

Simplemente Esteban

Simplemente Esteban

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A Esteban le gustaba pasear todos los días por la plaza del pueblo, «soy un jubilado desaprovechado», solía decirles a sus nietos. Todos los domingos hacía un poco de ejercicio, enfundado en su chándal corría hacía aquella plaza para dar de comer pan duro a las palomas.

Esteban, no era ni muy viejo, ni muy bajo, ni muy lento. Era sencillamente Esteban, otro jubilado aficionadillo a hacer deporte los domingos en el paseo. Se le podía reconocer por su  negra boina que con mucho orgullo llevaba, se la había comprado su fallecida mujer. Esta costumbre a dar pan duro a las palomas la adoptó de joven, cuando trabajaba en una tienda junto al parque. Cada mañana, si llegaba temprano a trabajar, tiraba el pan duro en pequeños trozos   y las palomas y demás pájaros acudían al instante.

Cierto día de otoño, estando de charla con sus palomas, se acercaron curiosos un padre con su hija que estaban de paseo. Ella, pensativa, le preguntaba a Esteban por qué tiraba pan a las palomas.

―  Para que puedan comer ―contestaba sonriendo―. Es muy gratificante.

La niña, no muy convencida, se quedaba mirando a las enormes palomas.

―¿Y tienen nombre? ¿Quién las ha traído?―seguía preguntando.

Esteban se sorprendía por la vitalidad de la niña.

―Pausa―le respondía Esteban riéndose

Entonces Esteban comenzaba a citar los nombres de las palomas, todas tenían su nombre.

La niña daba por buenos aquellos nombres y Esteban terminaba contándole una increíble historia acerca del origen de las palomas en la plaza. Desde entonces, la niña obligaba a su padre cada domingo a acudir al parque para ver dar de comer a las palomas.

Hace ya unos cuantos años que Esteban murió, pero sus palomas aún comen ahí. Carmen sigue fiel a su cita semanal, acercándose cada domingo a la plaza para dar de comer pan a las palomas, y contarle a su pequeño hijo Esteban fantásticas historias sobre quién las puso ahí. De vez en cuando, el niño, algo incrédulo, le pregunta.

―¿De verdad te sabes todos los nombres de todas las palomas, mama?

 

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2 comentarios

  1. Pilar, qué tierno es tu cuento, me encanta que escribas de estos temas.
    Besos
    Natuka

  2. Me gusta mucho
    Nacho L

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