MI verdadero color

Todo está bien…todo está absolutamente bien, en total quietud, en sereno fluir.
Cuando tú hablabas de eternidad yo pensaba y pienso en sólo este instante, porque el siguiente minuto lo desconozco en lo absoluto.
Cuando dijiste “el tal vez ahora es” yo sé que es sin tiempo ni expectativas.
Decir te amo es sólo decir en el aquí y ahora.
No temas de ello…no temas al apego, ni a las expectativas, ni a los mañanas, ni a los quizás, ni a los tal vez o es…Para mi el aqui y ahora es lo único que existe.
Yo no recuerdo, yo vivo cada instante, después de vivirlo lo sello, el momento sellado lo guardo en el corazón y ahí permanece para siempre.
En mi soledad siento los momentos guardados y sellados y para nutrirme los vivo en soledad: ella es mi gran compañera, ella sabe todo de mi, ella no se agota, no se termina ni se terminará…
Ella -mi soledad- y yo sabemos vivir juntas, nos respetamos y sabemos ser una junto a la otra en armonía, y cuando a veces aparece una mirada, una sonrisa, una palabra, una posibilidad de ser para alguien, de amar a alguien, de cuidar y atender a alguien, ella y yo sabemos que eso será sólo un momento, momento que quizá se repita pero no demasiado…
Asi que no temas…el amor requiere un lenguaje…sólo eso…se viste de mañanas y esperanzas y expectativas…pero sólo es su lenguaje…
Mi verdadero color no es el rosa que da tiernamente, ni el rojo que lo pierde todo en medio de la pasión sin medida, ni el negro que oscurece todo, ni el verde que con apego espera todo, mi color es el blanco…él es la mezcla de todos los colores y al final ninguno de ellos…
Amo, siento y vivo en todos los colores pero no soy ninguno de ellos…
Sueño estar con otro ser, y ser por otro y para otro pero sólo sé ser conmigo…
Me gusta decir soy tuya pero no soy de nadie; mi espíritu sólo sabe ser libre y de cuando en cuando usa el lenguaje del amor, ese que dice para siempre, ese que promete, ese que anhela la siempre presencia…pero mi esencia es, ha sido y será solitaria, en si misma y por si misma, ahí está su verdad y su quietud.
©Natukia Navarra