FIFI
Dicen que “las mascotas se parecen a sus dueños”. Tal es el caso de Fifi, una preciosa perrita de aguas de pelo rizado, cuya dueña es mi sobrina, bella veinteañera, que adora a su mascota.
Cuando salían de la estética canina, donde a Fifi le hicieron un corte de uñas y un artístico peinado, le cortaron el pelo de la parte posterior que hacia contraste con el abundante pelo en la cabeza y en el pecho, además de bañarla y rociarle perfume. La orgullosa dueña la llevaba sujeta con una adornada correa rosa. Un cuadro hermoso.
En eso un perrazo corriente, enorme, sin más trámite, montó a la aristocrática perrita, como hacen los perros en la calle. Hay que aclarar que Fifi permaneció quietecita, agachó sus orejitas, entrecerró sus ojitos y emitía gemidos de delectación.
Mi sobrina, toda colorada, por el bochornoso espectáculo le pidió a un niño, testigo del affaire, que le daría 100 pesos si le sostenía la correa de su perrita mientras ella se alejaba prudentemente un poco de la escena. El chiquillo le dijo:
—Seño, mejor deme 200 pesos, porque Firus, el perro del taller mecánico, siempre “asegunda”.
4 comentarios
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Héctor
El Firus me cae bien.
Natuka Navarro
Querido amigo Terencio:
Hermoso poema para reflexionar.
Un abrazo
Natuka
Terencio Luque García
Héctor, te envío un saludo. Desde luego el Firus también es mi héroe.
Terencio Luque García
Natuka, Tanto para Fifi como para el Firus la vida es un poema. Un cariñoso saludo.