El caballo de Alejandro
Bucéfalo era un caballo llamado así porque tenía una cabeza ancha como un buey
Un tratante de caballos vendía sus animales en el campamento de Filipo, rey de Macedonia vendiendo su animales y Bucéfalo no se dejaba domar.
Guerrero tras guerrero eran derribados por el caballo indómito y Alejandro, el hijo del rey y futuro Alejandro Magno, observaba en silencio.
Cuando todos se dieron por vencidos y parecía que el caballo no sería vendido, el joven Alejandro se lanzó a domar el mismo ante la incredulidad de los guerreros, mucho más experimentados.
Alejando se percató de que el caballo se asustaba de su propia sombra, solo tuvo que evitar que el caballo la viera cambiándolo de posición y logró domar al équido ante el asombro de todo el mundo.
Desde entonces Bucéfalo solo se dejó montar por Alejandro.
Alejandro rápidamente se llevó su caballo al campo de batalla. Él era el jefe de la “puntica”, la caballería de élite del ejército de Filipo.
La caballería macedónica debía rodear las tropas enemigas y empujarlas hacia el muro de sarisas, lanzas de 6 metros, que portaba la infantería.
Alejando nunca dejo ese puesto, aun siendo rey, siempre dirigió la puntica cargando el primero con Bucéfalo sobre los flancos enemigos para flanquearlos y empujarlos contra las sarisas.
Así participó con Bucéfalo en la batalla de Queronea, en Grecia, como príncipe a las órdenes de su padre, donde derrotaron a los tebanos y atenienses
Y como rey, derrotó a los persas, siempre al mando de la puntica y montando a su fiel Bucéfalo en la Batalla de Gránico, la de Issos, la de Gaugamrla y la Puerta Persa
Ya en la India, Bucéfalo murió luchando contra las tropas del rey Indú Poros, en la batalla del Hipaspes
El fiel compañero de Alejandro que lo acompañó desde que este era príncipe años atrás en Queronea había caído como había vivido, luchando.
Alejandro cogió una depresión que le duró semanas y poco después decidió no continuar sus conquistas e inició el retorno a casa.
En esa aventura murieron Alejandro y los dos seres que más amaba este, Hefestión, su novio y Bucéfalo, su fiel caballo. Ninguno de los tres volvió a ver su tierra natal.