El Abeto

Publicado por Pilar Remartínez Cereceda el 28, de julio 2008 a las 9:30pm
Mis queridos amigos he terminado de escribir el cuento, os invito para que podais disfutar, espero que os guste, como les ha gustado a mis retoños.
En un pueblecito pequeño vivía una familia; el papa, la mama, sus tres hijos y una pequeña perrita llamada Mara.
El papa se llamaba Pedro, era grande y bonachón, siempre preocupado del bienestar de su familia, muy cariñoso y trabajador, con una gran imaginación, le gustaba sentarse junto a la chimenea y contar historias a sus hijos; Nacho, José y Miguel. La mama Eva era pequeñita una mujer encantadora y muy soñadora, quizás un poco tímida.
La vida transcurría tranquila en este pequeño pueblecito, sus habitantes eran muy sosegados y gozaban todos de buena salud, pero el pueblo tenía un misterio, cuenta una leyenda que un anciano del pueblo vivía en una casa retirada, conocía un secreto muy oscuro, muy cruel y le habían apartado para que la gente del pueblo no cayera bajo sus hechizos.
Este anciano sabía hacer cosas muy bonitas con sus manos y la gente del pueblo se quedaba embrujada con todo lo que les enseñaba el anciano, ya nunca querían marcharse de su lado y desaparecían poco a poco y nunca más se sabía de ellos.
Llego la navidad y como es costumbre los tres ñajos acudieron al bosque en busca del más hermoso y bello abeto para llevarlo a casa y llenarlo de adornos de Navidad, pues en casa siempre se celebra la navidad con mucha alegría.
Pero ese día algo iba a suceder….
Paseando por el bosque los tres hermanos observaron que los arboles no eran normales, escondían algo y no sabían lo que era, pero tenían que apurar el tiempo pues la noche estaba llegando y su mama les había dicho que el bosque estaba embrujado.
De entre los matorrales salió un conejo muy gracioso, con mucho descaro se acercó al pequeño de los hermanos, Miguel, que con mucha curiosidad se quedó mirando al atrevido y peculiar conejo .Cual fue su sorpresa. Cuando… ¡el conejo comenzó hablar!…..
– ¡Caray!…exclamó Miguel
Con cara de asombro, se acercó al conejo y empezó hacerle preguntas…. ¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí, en este lugar tan apartado? Y ¿Por qué?
El conejo que era muy nervioso, salió corriendo presuroso por el bosque no sin antes darle un obsequió a Miguel, se trataba de una flauta mágica, con ella podía conseguir todo lo que Miguel deseara…
Miguel tenía mucho miedo pero pudo más la curiosidad y ni corto ni perezoso comenzó a seguirle con paso dubitativo pero el conejo corría más y más, corría más que él…. –Bueno, pensó para sí -no sé dónde va el conejo – y de repente se acordó de su regalo pero tenía un pequeño problema . ¡No sabía tocar la flauta!… ¡Jolines vaya fastidio!…
Ahora le tenía que pedir a su hermano José que le enseñara a tocar pues seguro que José sí que sabría.
Con la persecución del conejo no se había dado cuenta que se había alejado de sus hermanos y se había perdido, ¿Qué iba hacer ahora?, pues mama no estaba allí para consolarle. ¿Sabéis lo que paso?….Pues que la flauta empezó a tocar una maravillosa melodía…..Miguel asustado tiro la flauta al suelo y corrió, corrió hasta dejar de escuchar la melodía de la flauta.
Comenzó a sentir frío y se dio cuenta que era ya de noche, cuando en la lejanía se escuchaban unos ladridos que -¡bien! – exclamó Miguel cuando vio aparecer a su perrita entre los matorrales, pero ahí no quedo la cosa, su sorpresa fue mayor cuando su perrita le empezó a hablar….
-Hola Miguel ¿Cómo estás?, le preguntó.- jajajajaja-, se reía sin parar, dando saltos y vueltas la perrita de Miguel
La perrita Mara estaba muy contenta pues su gran deseo era poder comunicarse con su pequeño y gran amigo Miguel, tenía tantas cosas que contarle, que no sabía por dónde empezar….
Pero lo primero que tenían que hacer era buscar un lugar en el que ocultarse pues estaba a punto de aparecer el malvado Cocomocho y la perrita Mara prefería que no lo conociera tan pronto, era un ser muy malo y perverso y le gustaba comerse a los niños pequeños.
-Miguel…Vamos a ir a un sitio en el cual vamos a dormir y comer. Allí viven mis papas y demás familia. Pasaremos la noche y cuando amanezca iremos a buscar a tus hermanos. Comento la perrita Mara
-Vale contesto Miguel sonriendo, estaba muy contento de estar con su perrita.
Reanudaron la marcha y muy pronto llegaron a una gran pradera, en el centro destacaba un hermoso árbol, ¡era tan grande!, que no permitía ver el cielo ni las estrellas que brillaban tanto, que no hacía falta luz alguna.
Sigilosamente se acercaron a la casa árbol y una gran puerta se abrió en el tronco, entraron y se cerró de golpe ¡poooooom!.
Miguel estaba impresionado de la maravillosa vista, no podía creer lo que le estaba pasando, pero no dejaba de pensar que ahí fuera se encontraban sus hermanos y no sabía nada de ellos.
Mientras tanto Nacho y José seguían buscando a su hermano Miguel, estaban muy preocupados.
– Ya verás la que nos espera José, mama nos va echar una bronca, por perder a Miguel.
– Si no se entera no puede regañarnos, respondió, José.
La noche avanzaba, Nacho y José no se daban cuenta que no estaban solos, que ya hacía rato que tenían compañía.
De pronto se sintió un ruido.-Crac
José se asustó mucho y se colocó detrás de su hermano Nacho.
-Quiero irme a casa – gimoteaba José cuando de sus ojitos comenzaba a caer una lágrima.
No le dio tiempo a terminar de hablar, cuando de pronto, ¡ZAS! algo sucedió…..
Mientras tanto en la casa árbol todo transcurría tranquilo, los papas de Mara salieron a recibir a Miguel.
-Hola saludaron al unísono los hermanos de la perrita Mara.
– Hola respondió Miguel
-Te damos la bienvenida a la casa árbol, ¡adelante estás en tu casa!
Ceno y se fue a la cama.
El tiempo parecía paralizado, a Miguel se le estaba haciendo una eternidad y tenía la sensación que no se iba hacer nunca de día
Mientras en el pequeño pueblecito, sus papas llevaban mucho tiempo buscándolos de repente, apareció como por arte de magia la perrita Mara había llegado al pueblo sola y estaba muy asustada.
-¿Qué vamos hacer ahora Pedro?
-Se ha echado la noche y no sabemos nada de nuestros hijos, los pobres estarán solos en el bosque, con frio y con mucha hambre.
-No te preocupes Eva que ya verás como los vamos a encontrar en seguida, pero no era así….Pasaban las horas y los pequeños no aparecían.
Ya empezaban a impacientarse, que sería lo que estaba sucediendo.
Decidieron que lo mejor era pedir ayuda en el pueblo pues solos no podían buscarlos.
Cuando llegaron ya amanecía los habitantes ya estaban empezando la jornada diaria.
Pedro se acercó y en mitad de la plaza comenzó a llamar a los vecinos.
-Vecinos, amigos, necesito vuestra ayuda. Mis hijos han desaparecido en el bosque embrujado.
-Preciso de vuestra colaboración.
-Mis hijos han desaparecido en el bosque encantado y llevamos varias horas buscándolos y no hemos conseguido encontrarlos.
Los vecinos se miraron unos a otros pero no obtuvo ninguna respuesta, sólo evasivas y justificaciones.
Entre la muchedumbre se acercó uno de los más pequeños, era amigo de José y exclamo muy indignado.
-¡Sois todos unos cobardes!, si vosotros no vais a echar una mano lo haré yo.
-Muchas gracias Perico, respondió Pedro, muchas gracias por tu ofrecimiento, pero ya encontraremos una solución.
Pesarosos y sin ninguna esperanza se retiraron de la muchedumbre dejando a su espalda mudos de vergüenza a sus vecinos.
Lo que no sabían Pedro y Eva es que con su intervención habían despertado al pequeño pueblecito la conciencia dormida y que algo estaba cambiando.
Entretanto en el árbol casa ya hacía rato que había movimiento, lo primero que tenían que hacer es ayudar a su amiguito Miguel a encontrar a sus hermanos.
Cogieron provisiones para el camino saliendo al bosque.
Llevaban unas cuantas horas andando, cuando entre los matorrales volvió a salir el conejo.
Miguel ya no se sorprendió y cuando se acercó a su lado….
-¡Hola! Señor conejo
-¡Hola!, Miguel
-Necesitamos tu ayuda, mis hermanos me estarán buscando y mis papas estarán preocupados, ellos no saben dónde estoy.
-No te preocupes contesto el señor conejo, tu amiga la flauta mágica te conducirá donde se encuentran tus hermanos, te la dejaste olvidada, ten tómala.
Miguel cogió de nuevo la flauta y se la guardo en el bolsillo de su pantalón.
El conejo se despidió alejándose dando saltos por el bosque.
La flauta comenzó a tocar una maravillosa melodía y según avanzaba, así tocaba la flauta cuando iban por buen camino la flauta tocaba alegre, cuando se desviaban del camino la flauta tocaba triste de esta forma llegaron a una casa muy apartada.
Llamarón a la puerta.
Pom-pom-pom
Salió un anciano de la casa enseguida se dio cuenta de que quien estaba delante de él era el hermano pequeño de José y Nacho.
-Pasa.- le invitó el anciano a Miguel te estábamos esperando.
Miguel hizo caso del anciano y entró dentro de la casa, en el interior estaban sus hermanos Nacho y José.
Corrieron a abrazarse y de pronto se escuchó un ruido terrorífico. AAGGGGGGGGGGGR.
El anciano desesperado pronuncio sus mágicas palabras.
-Abracadabra. Pus-puspus y los niños se convirtieron en pequeños conejos juguetones y traviesos.
De pronto apareció por la puerta, el malvado cocomocho, tenía mucha hambre y estaba dispuesto a que el anciano le preparara una buena comida, pues ya estaba arto de comer tanta verdura, necesitaba comer algún niño.
El anciano estaba cortando verdura para la comida no tenía otra cosa que ofrecerle y cocomocho dando un gran bufido, registro toda la casa con la vista pues estaba seguro de que en esa casa había niños, él podía olerlos.
Se fue a mirar dentro del armario y cuál fue su sorpresa que de su interior salieron tres pequeños conejos.
-Sabes que los conejos no me gustan tan pequeños y esponjosos son patéticos.
-jajajajajaja
-prepárame la comida, no tengo más remedio que comer verdura.
Comió hasta que se sació y acto seguido le comenzó a entrar sueño.
El anciano le había echado un brebaje para que se durmiera y cuando se despertara no se acordara de lo que había pasado.
El anciano los llevo a un lugar donde tenía miles de conejos y diciendo las palabras mágicas.
-Abracadabra pata de cabra Pus-puspus- puspus puspus puspus-.
Transformo en un instante los conejos a su estado natural.
Salían niños de todos los rincones, hasta debajo de las piedras, de todas las edades, no podían creer lo que les estaba pasando, por fin la pesadilla estaba llegando a su fin.
El anciano junto a los niños tomaron rumbo al pueblo, encabezaba el grupo los tres hermanos.
A medida que iban avanzando su nerviosismo crecía, llevaban un tiempo andando cuando observaron a lo lejos una multitud que se acercaba con palos y piedras, no se sabe exactamente como paso, pero cuando se encontraron, corrieron abrazarse dándose cuenta de lo sucedido….
¡Nunca podrán olvidar este acontecimiento! , los niños que años atrás habían desaparecido se encontraban delante de ellos.
Nacho, José y Miguel vieron entre la muchedumbre a sus papas y les acompañaba la perrita Mara, que corriendo contenta y juguetona se acerco ladrando alegremente.
Que decepción más grande se llevó Miguel, pues su perrita ya no le hablaba ni le decía cosas.
Pero las cosas eran así, cuando los niños recobraron su estado natural y dejaron de ser conejos, el bosque dejó de estar embrujado.
Así que la flauta ya no tocaba sola, la casa árbol era un bello abeto, que se elevaba hacía el cielo con gran majestuosidad.
En la cabaña ya se había despertado el cocomocho, se desperezó y como todos los días se iba a preparar para salir al bosque, pero lo más extraño es que no se acordaba de nada, no le dio importancia.
Mmmmmmmmmmmm
Se frotaba las manos pensando en los exquisitos manjares que le estaban esperando fuera, pero no le dio tiempo actuar, de pronto, entraron todos los vecinos del pueblo para lincharlo y darle su merecido.
Miguel corrió hasta ponerse delante del cocomocho , suplico por él para que no le hicieran nada y algo cambió en el cocomocho, su aspecto empezó a transformarse en una figura humana, era sorprendente y los habitantes del pueblo asistieron atónitos a la gran transformación, lo que antes era el ser más despreciado y terrorífico se había convertido, en un apuesto joven del pueblo, una bruja malvada le había hechizado y hasta que un niño no sintiera por la compasión, seguiría siendo ese monstruo que todos conocían.
Las gentes del pueblo hicieron una gran fiesta en el gran abeto, que había servido de hogar a tantos niños, ya era navidad y deseaban que fuera un día especial, juntos alrededor del gran abeto formaron un círculo y agarrados de la mano danzaban, dando gracias por lo bien que les había salido las cosas.
En medio de ese gran círculo se encontraban Pedro, Eva y sus tres hijos… Nacho, José, Miguel y la perrita Mara, estaban encantados por lo bien que lo estaban pasando.
Disfrutaron hasta bien avanzada la noche, la fiesta poco a poco llego a su fin y cada uno se fue marchando a sus casas.
En sus corazones estaba grabado lo que había pasado ese día y como habían recuperado a los niños.
Pero lo que nadie pudo olvidar, es como por un momento el pueblo fue el centro del universo y las estrellas lucieron más que nunca.
Que tres niños…Nacho, José y Miguel, junto a la perrita Mara consiguieron reunir a todos los niños desaparecidos del pueblo.
La vida transcurrió tranquila y feliz y nunca más pasó algo parecido.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.