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Según nuestro propio corazón fuimos relegados al olvido.
En sus empinadas paredes se encuentra nuestro campamento la noche.
Nosotras somos las condenadas de la vida a la animación artificial,
la sed de las aguas de los fuentes.
Nos envolvemos con los brazos alrededor de las regiones,
endurecida por la excitación y no por el sueño.
Por sobre la cima de la barda, los árboles frescos se mecían.
Por debajo de sus raíces oímos el goteo de los muelles.
He ahí nuestra vida. Ahí está nuestra esencia.
Tú que vienes a castigar, ¿Qué haces para quitarnos las amarras?
Si conoces el camino de entrada, todo está bien.
Si nos apartamos de los pozos, la tormenta del desierto nos arrasará.
¡Por no tener ollas para las bocas secas y calientes!
No levantaremos nunca las manos a la obra,
jamás… hasta que bebamos de los pozos más internos.
En los recintos de nuestro corazón esperaremos la renovación.
1 Comentario
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Verónica
Sus palabras son una inmensa alegría y un honor, bendiciones radiantes.